Parece una respuesta fácil y relativamente obvia, pero no es así, ni muchísimo menos. De hecho, José Manuel, Maribel, Javier, María, Yunas, Tomás, Javier, Agustín y Beatriz dudaron en sus contestaciones: todos y todas supusieron que nos referíamos al cuero cabelludo; alguno intuyó que se trataba una técnica quirúrgica para injertar pelos por hileras en las partes calvas; y hubo quien enredó el trasplante con pelucas, pastillas y medicamentos.

El doctor Eduardo López Bran, director de la Clínica Imema y jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, experto en microcirugía capilar con robot Artas, lo resume en unas pocas palabras: “Se extrae cada unidad folicular, compuesta de hasta cuatro pelos, desde la zona dadora de la nuca y se implanta en la zona calva a repoblar, con el único fin de rejuvenecer la imagen del paciente y fortalecer su autoestima”.

La pérdida de pelo se inicia en los hombres con el retroceso de la línea de implantación frontoparietal, las clásicas entradas o golfos. Luego continúa en la zona media superior y en la coronilla hasta que estas dos zonas calvas se juntan. Con el paso del tiempo, el pelo desaparece de toda la cabeza salvo en la zona de la nuca y las orejas.

En las mujeres, comienza a clarear la zona de la raya media y aumenta poco a poco hasta abarcar toda la zona superior de la cabeza. Aún así, suelen conservar la porción de pelo más frontal. Una buena maniobra de peluquería disimula su calvicie en la mayor parte de las situaciones comprometedoras.

La alopecia común se ceba en el 30% de los varones que han cumplido los treinta años y a partir de ahí aumenta en un 10% en cada década. A los cincuenta años, por tanto, padecerán calvicie un 50% de ellos, o un 70% cuando rebasan los setenta.

Las mujeres van a otro ritmo: “La sufren entre un 5% y un 10% a esas mismas edades. Ellas están muy preocupadas, especialmente a nivel estético y psicológico”, destaca el dermatólogo.

La causa más frecuente de pérdida de pelo en el cuero cabelludo, donde solemos tener entre 100.000 y 150.000 bulbos, es la alopecia androgenética o calvicie común que parte de la predisposición genética o de la alteración hormonal andrógena, es decir, de la hormona sexual masculina (testosterona, androsterona y androstenediona).

El estrés, la ansiedad, la depresión, las alteraciones endocrinas, metabólicas o digestivas, pueden poner en marcha la alopecia androgénica latente, potenciando también su desarrollo cuando ya está en marcha. En las mujeres influye también el descontrol de los depósitos de hierro corporales.

¿Tan importante es nuestro pelo, nuestra imagen?

José Manuel responde a las preguntas de Gregorio del Rosario, periodista de EFEsalud.
José Manuel responde a las preguntas de Gregorio del Rosario, periodista de EFEsalud. Serie de fotografías de David Talles

Para Maribel, aunque no conoce bien el tema, un trasplante de pelo es “una tontería, un absurdo”, puesto que en su opinión “una persona que es calva no tiene por qué ponerse pelo. Ella, obviamente, no se pondría pelo si padeciera calvicie. Es más, recuerda a su padre “que era calvo, pero guapísimo“.

En cambio, para Javier, que ya comienza a verse “entraditas y falta de cabello en la coronilla” cuando se peina, es una opción muy real: “Si la cosa empeora no tendría problema en hacerme un trasplante capilar”, asegura.
Para él su aspecto es “bastante importante porque la calvicie te hace más viejo, al menos en tu apariencia”.

María tiene muy claro que si fuera necesario visitaría una clínica estética para volver a lucir pelo en su cabeza: “No es lo mismo tener que no tener -dice-. El cabello es un complemento más de uno mismo, forma parte de nuestra personalidad y cada cual lo lleva de una manera distinta”.

De hecho, ella, como la mayoría de nosotros y nosotras, se fija más en las personas con un pelo bonito, aunque comprendamos que a determinadas edades se tenga asumida la calvicie… “Sufrirla a los veinte no significa lo mismo que ser calvo a los cincuenta”, destaca.

El trasplante capilar “no es del estilo” de Yunas, pero entiende que otras personas se pongan en manos de expertos en trasplante capilar con el objetivo de mejorar su imagen personal, sobre todo si son mujeres: “No me gusta la calvicie en las chicas, aunque sepan disimularla muy bien con sus peinados de peluquería”, indica.

Tomás no quiere quedarse calvo bajo circunstancia alguna. Es uno de esos hombres que le dan suma importancia a su pelo. Quiere mirarse al espejo cada día y peinarse las canas para sentirse atractivo. Para su edad, y de momento, “no está nada mal” su reflejo ante el cristalino… y llegada la premisa estética “se lo pensaría seriamente”.

Otro Javier, que echa de menos su mata de pelo, sí estaría dispuesto a realizarse un trasplante capilar “cuando note que esté más calvete”, algo hacia lo que se encamina “sin duda”. Esta deriva estética no es una cuestión a la que dedique mucha atención, ni le a aflige a diario, ni siquiera se lo hacen notar sus amigos y amigas, pero “se sentía mejor cuando tenía pelo” -rememora- y no padecía calvicie en forma de entradas galopantes.

Con la llegada de la primavera y sobre todo de la época estival, hombres como Agustín necesitan una gorra para no quemarse la piel del cuero cabelludo. Veranea en las playas de Cádiz (España) y allí se conjugan rayos solares intensos y el viento de Levante, algo que le obliga a rasurarse “los cuatro pelos que aún le quedan en la cabeza”. A sus 68 años ya no piensa en su pelo desde el punto de vista estético, aunque no olvida sus años mozos, cuando la melena le aportaba una gran seguridad.

Y la juventud es un tesoro que se va gastando minuto a minuto… quizá por eso Beatriz desconoce cómo se lleva a cabo un trasplante capilar… aunque haya escuchado campanas sobre métodos con pelucas, pastillas y medicamentos… por ahora, ¡y que dure!, le bastan sus carcajadas porque sí con las amigas y estudiar en la universidad, dos signos muy claros de su libertad.

Para el doctor Eduardo López Bran no importa tanto la edad del paciente sino su deseo o necesidad de recuperar la juventud perdida. Pero antes hay salvar un gran escollo:

El doctor Eduardo López Bran-efe
“Tenemos que valorar si el paciente tiene suficientes folículos pilosos en la zona dadora para que el microtrasplante capilar tenga el éxito esperado. No solo hay que interpretar correctamente las expectativas y necesidades de cada persona”.

¿Qué papel juega la robótica en el trasplante de pelo?

“La robótica en trasplante capilar es un aliado poderoso del dermatólogo, al igual que en otras muchas facetas de la Cirugía y la Medicina. El cirujano hace mejor lo que él ya hace bien, pero en ningún caso sustituye al especialista. Sería un error muy grave pensar que los robots, al menos en el momento actual, puedan hacer este tipo de trabajos médicos como son los trasplantes de pelo o cualesquiera otros”, fija posición.

¿Cuál es el resultado para los pacientes?

“Altamente satisfactorio. Más de un 95% de nuestros pacientes se encuentran satisfechos con el trabajo realizado en su cabeza. Lógicamente estamos ante el trasplante de un órgano vivo y pensar que el 100% va a obtener un resultado exitoso sería una suposición incorrecta o mal interpretada”, estima.

“Indudablemente, lo nuclear, lo prioritario es la ejecución del trasplante: la perfecta selección de las unidades foliculares de la zona donante del propio paciente; una buena extracción; su adecuada conservación durante la intervención y mientras estén fuera del cuero cabelludo; y, finalmente, su activación permanente para que tengan la energía suficiente desde que se implantan en la zona receptora hasta que se establece un fuerte entramado en el lecho repoblado”, describe.

¿Y en cuánto tiempo volverán a lucir su nuevo pelo?

“Los resultados definitivos de un trasplante de pelo se alcanzan entre los 12 y los 18 meses después de la microcirugía. Semanas después de la intervención, el paciente observará cómo va creciendo un pelo fino que irá dando paso a un pelo cada vez más grueso, fuerte y pigmentado”, apunta.

El doctor López Bran, que no puede aprovecharse de esta técnica por falta de folículos en su zona dadora, de donde se extraen los bulbos pilosos, está, en cambio, muy orgulloso de dar una nueva oportunidad a muchas personas: “Mi calvicie es la que es, no tiene remedio, pero mis pacientes sí que disfrutarán de una imagen más jovial y, por lo tanto, mejorará su calidad de vida”.

Operación de implante capilar dirigida por el Dr. López Bran con la ayuda del equipo de enfermeras especializadas.
Todo el equipo de enfermeras especializadas de la Clínica Imema trabajan a destajo junto al Dr. Eduardo López Bran para conseguir el éxito total del trasplante capilar. EFE/GRB