Los hongos microscópicos que recalan en nuestros pies son conocidos popularmente como pie de atleta, aunque también los son por otros nombres más científicos, como micosis, dermatofitosis o tinea pedis (tiña del pie), y constituyen un motivo de consulta muy frecuente en el médico de cabecera, en pediatría o dermatología.
“Se desarrollan entre los dedos, en la planta o los bordes del pie, alimentándose de la queratina -capa de células más externa de la piel y de las uñas (onicomicosis)-, y nos producen picazón, ardor, piel enrojecida y quebradiza, incluso mal olor”, explica el doctor Eduardo López Bran, director de Clínica Imema.
Un 25% de la población, sobre todo en el mundo más desarrollado económicamente, padecerá esta infección micótica (hongos dermatofitos) al menos una vez en la vida, ya que es muy fácil contagiarse al pisar descalzos o con chanclas abiertas superficies húmedas en determinadas zonas de baño, como puedan ser las piscinas públicas, los vestuarios o las duchas de los gimnasios, más aún en verano.
“A nivel sistémico, de nuestro organismo, existen otros factores que favorecen la aparición de los hongos, también en los pies, como puedan ser cualquier situación de inmunodepresión o alguna alteración del sistema endocrino o metabólico, como la diabetes o la dermatitis atópica”, destaca el jefe del Servicio de Dermatología del madrileño Hospital Clínico Universitario San Carlos.
Hongos en los pies, más en deportistas
Estos microbios patógenos, limitándonos a las infecciones -dermatomicosis- , que afectan por igual a ambos sexos y se dan en todas las edades, pueden estar presentes en nuestra piel y no manifestarse con síntomas. Las personas arrastran su micosis en los pies durante años y que solo afloren al aumentar las condiciones locales de temperatura, humedad y oclusión.
“El pie de atleta se exhibe bajo tres formas clínicas: como una infección interdigital, seca, con picazón, maceración -piel blanquecina, arrugada y engrosada- y fisuras con cierto olor; como prurito o grietas por el borde del pie que se amolda al zapato, observándose ulceraciones y costras donde existe mayor fricción; y como vesículas, que no se pueden explotar por el paciente”, describe el doctor López Bran.
El mejor diagnóstico y tratamiento contra este tipo de micosis se basa en el análisis microscópico de los hongos que prosperan en nuestras uñas o pies. “Hay que aislarlos e identificarlos en laboratorio mediante cultivo”, señala.
En muchos casos los hongos se eliminarán con cremas antifúngicas, pero cuando no es posible suprimirlos fácilmente se emplean fármacos por vía oral: “Griseofulvina en los niños y niñas; terbinafina, imidazol, itraconazol, fluconazol, ciclopirox o tonaftato, casi siempre en combinación con el tratamiento local recetado (lociones y pomadas)”, especifica.
Es muy difícil conseguir la desaparición completa de los microbios por vía tópica; de hecho, un 65% de los pacientes recaerán en un plazo de dos años aproximadamente.
El decálogo del Dr. López Bran para prevenir el pie de atleta, hongos en los pies:
- Secar bien los pies después de lavarlos, especialmente entre los dedos, con delicadeza, paciencia y llegando a todos los recovecos.
- Cambiar los calcetines al menos una vez al día; el calzado, diariamente.
- Evitar al máximo posible las rozaduras con cualquier tipo de zapato.
- No meter los pies en agua caliente con frecuencia o durante mucho tiempo cuando lo hagamos: se maceran y, además, se facilita la penetración del hongo en la piel.
- No andar descalzo alrededor de la pileta de una piscina, en zonas de paso húmedas, en vestuarios, aseos y duchas públicas, sobre todo en gimnasios.
- Revisarse los pies con atención, sobre todo si eres diabético.
- Hidratarse los pies todos los días.
- Acudir a su dermatólogo para el diagnóstico, no automedicarse.
- Dosificarse bien la crema antimicótica (antihongos) recetada. Durante unos días suele ser suficiente.
- Los baños de pies con antisépticos, al final de la jornada, pueden ser una buena medida preventiva.
