En el informativo estético y dermatológico de la Clínica IMEMA, presentado por la periodista Elena Reinés, nos enseñan a lavarnos el cabello en cuatro pasos: «desenredar antes de empapar, aplicar el champú en las raíces, frotar desde el cuero cabelludo hacia las puntas, masajear y aclarar sin dejar restos de producto».

Para conservar nuestro pelo sano, lustroso y voluminoso es fundamental lavarse el pelo a diario con un champú adecuado, más aún si padecemos alguna enfermedad del cuero cabelludo, como la dermatitis seborreica, la caspa y la descamación, o que afecte al folículo piloso, como la alopecia androgenética.

De manera general, se recomienda que el champú sea neutro, mejor si contiene solo ingredientes naturales, para que no dañe el cabello ni irrite la piel del cuero cabelludo. Los champús para pelo seco suelen llevar suavizantes y aceites, con una composición de pH más ácido de lo habitual.

El pelo con caspa se encontraría dentro de esta tipología; en este caso, el champú tiene que tener un pH un poco más alto.

El pH de un pelo normal estará en torno al 5,8, por lo que se recomienda un champú en torno a un pH 6 (champú de pH neutro).

Las personas con pelo graso necesitan un champú más alcalino, con un 8 de pH.

El primer paso es desenredar nuestro pelo antes de meternos en la ducha, ya que este gesto exfolia el cuero cabelludo además de eliminar restos de los diversos productos que usamos a diario o semanalmente, como gominas, mascarillas, cremas para definir los rizos, sérum o lacas.

A continuación aplicaremos el champú. Puede parecer un gesto simple, pero no lo es en absoluto: la manera en la que dosifiquemos el producto sobre el pelo y la piel de la cabeza determinará su mayor o menor efectividad.

Después de humedecer el pelo con agua tibia, no debemos excedernos nunca con la cantidad de champú y, sobre todo, no la aplicaremos directamente sobre el cabello: hay que depositar el champú deseado en una de nuestras manos y extenderlo por ambas palmas con un gesto de suave fricción.

Luego aplicamos el champú en las raíces del cabello.

Destacar que las personas que exhibimos un pelo largo, más aún si es rizado, frotaremos en la base y no desde la zona media del pelo hacia las puntas, ya que esta parte se irá limpiando según vaya cayendo la espuma al usar nuestras manos.

Y algo que siempre se nos suele olvidar es el masaje del cuero cabelludo antes de aclarar. Es fundamental tomarnos cierto tiempo para realizarlo bien: cinco minutos con la yema de los dedos, activando la piel, a la vez que sus vasos sanguíneos.

Realizaremos leves y continuos movimientos circulares. Para terminar nos aclararemos todo el cuero cabelludo y el pelo, sea corto o largo, liso o rizado. Tenemos que fijarnos en que no queden restos de los productos utilizados.

Conseguiremos así un mayor volumen que lucirá mejor si concluimos el aclarado con un chorro abundante de agua fría para realzar el brillo del cabello y, de paso, de nuestra cara.

Después de lavar el pelo se seca con una toalla, una buena costumbre que puede completarse con el secado al aire natural o “a la temperatura templada de un secador alejado suficientemente del cabello, para no calentar o quemar el tallo, favoreciendo la salud de un pelo frágil. Y para finalizar este informativo, nos despedimos con el CONSEJO IMEMA: «Cuidado con el acondicionador de pelo, si lo usamos después del champú, porque si al aplicarlo dejamos que parte de este producto caiga sobre nuestra espalda, sus aceites pueden alterar la piel y obstruir los poros.

La recomendación de los dermatólogos especialistas de Clínica Imema es que nos recojamos el cabello en lo alto de la coronilla mientras esperamos a que haga efecto el acondicionador de pelo.

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